El pavo real es considerado como una de las aves más bellas y grandes; su colorida cola es un ritual de apareamiento y cortejo. Pueden abrirla en un espectacular abanico que se extiende desde la parte dorsal del animal hasta tocar el suelo en cada lado; se dice que escogen una posición estratégica frente a la luz del sol para que sus colores destaquen más.
Cuanto menos «ocelos» u ojos del plumaje de su cola exhibe un macho, más probable es que sea rechazado, pues se sabe que cuanto menor sea su color podría ser muy joven o no gozar de buena salud. Por ello, las hembras eligen a sus compañeros en función del tamaño, color y calidad de estas extravagantes colas.
Los pavos reales son un claro ejemplo de dimorfismo sexual, es decir, que el macho y la hembra son distintos; las hembras tienen unas tonalidades más apagadas y llaman menos la atención que el macho, para así mimetizarse y proteger el nido.