Hoy 28 de marzo el papa Francisco celebró la misa del Jueves Santo en la prisión para mujeres de Roma, Italia, y desde su silla de ruedas, lavó los pies a 12 reclusas, una tradición con la que imita a Jesús con sus discípulos en la Última Cena.
Las mujeres que recibieron el lavado de pies se notaron sumamente emocionadas y bendecidas. Las 12 se subieron a una plataforma y el pontífice pasó por delante de ellas, con un mandil blanco y llevado en su silla de ruedas por sus conocidos problemas de movilidad, para lavar y luego besar sus pies.
Previamente improvisó una breve homilía centrada en el perdón.
«Todos tenemos pequeños o grandes fracasos, todos tenemos una historia, pero el Señor nos espera siempre con los brazos abiertos y no se cansa nunca de perdonar», afirmó el pontífice.
En una carpa en el patio de la cárcel, ante las presas y el personal de la institución el papa Francisco explicó que en este Jueves Santo, cuando se conmemora la última noche antes de la Pasión de Cristo, Jesús hizo entender, lavando los pies a sus discípulos, que «había venido para servir y no para ser servido».